ZeolitaContaminación ambiental y Zeolita

Todos hoy en día (en mayor o menor medida) estamos expuestos a una sumatoria de influencias tóxicas, en la mayoría de los casos indetectables o insospechadas. Si bien la contaminación ambiental muestra antecedentes de vieja data (el caso del Imperio Romano y su contaminación con las entonces revolucionarias cañerías de plomo) y naturales en ciertos casos (efectos de erupciones volcánicas o contaminación de acuíferos), hoy vivimos inmersos en una magnífica sopa química artificial.

A la vez que estamos expuestos a fuentes externas como las emanaciones del tráfico y los procesos industriales, agroquímicos y pesticidas de la agricultura intensiva, química de la extracción de combustibles y minerales, también en casa tenemos aglomerados, humo, aerosoles, aislantes, monóxido de carbono, pinturas, asbestos, adhesivos, acondicionadores de aire, combustibles, cloro, plásticos, plomo, insecticidas, productos de limpieza e higiene personal, cosméticos, solventes de lavandería, tintas, etc., etc., etc…

Un ejemplo de la convivencia cotidiana con las sustancias tóxicas es el mercurio, metal pesado que se almacena en el músculo cardíaco en concentración 22.000 veces más elevada que en la musculatura esquelética. En el envejecimiento, la natural disminución de masa muscular provoca liberación de estos compuestos tóxicos hacia los fluidos corporales, sobrecargando la ya agobiada estructura depurativa.

Algunos de los metales tóxicos comunes y su fuente de origen:

Aluminio: antiácidos, medicamentos, levaduras de repostería, utensilios de cocina, desodorantes, cosméticos, papel de cocina, latas

Arsénico: agua de napas contaminadas, pesticidas, smog, humo de tabaco, combustión del carbón, protectores de madera, pigmentos en juguetes, cortinas y alfombras

Cadmio: tabaco, pilas, combustión vehicular, tinturas dentales, soldaduras, esmaltes cerámicos, teflón, fungicidas, plásticos, agua de red, humo de cigarrillo, pinturas, utensilios, fertilizantes, alimentos

Cobre: utensilios de cocina, empastes y coronas dentales, insecticidas

Mercurio: amalgamas dentales, vacunas, medicamentos, pinturas, pesticidas, pescados, fluorescentes, cosméticos, fieltro, suavizantes de ropa, adhesivos, fungicidas

Níquel: coronas y endodoncias dentales, grasas hidrogenadas, bisutería, pilas, humo de tabaco, acero inoxidable

Platino: odontología, escapes vehiculares

Plomo: pinturas, combustión vehicular, insecticidas, municiones, tinturas del cabello, agua de red, pilas, utensilios esmaltados, vidrios

El empobrecimiento nutricional aumenta los niveles de toxicidad del organismo

– menor consumo de fibra a causa de los procesos de refinación industrial

– menor carga enzimática y vitamínica a causa del elevado consumo de alimentos cocidos y conservados

– carencia de oligoelementos claves de la química depurativa a causa del empobrecimiento de los suelos agrícolas

– disminución del consumo de sustancias quelantes (pectinas, alginatos) a causa de la modificación de hábitos alimentarios en favor de comida artificializada

Por otra parte, hemos disminuido el trabajo depurativo, dejando de lado antiguas y eficientes prácticas de conservación, como lavajes intestinales, purificación hepática, limpieza renal, purificación sanguínea, desparasitado, ayunos, etc.

De allí la importancia de los alimentos crudos y escasamente procesados. Frutas, hortalizas y semillas aportan mayor contenido de enzimas, vitaminas naturales, oligoelementos y fibra saludable. Muchas sustancias presentes en alimentos naturales, ayudan a sobrellevar y morigerar el efecto de los contaminantes químicos: el ácido algínico (algas), el ácido dipicolónico (miso), la pectina (cáscara de frutas), el ácido láctico (chucrut, kéfir de agua, kimchi), el ácido acético (vinagre), aminoácidos quelantes de metales (cisteina, arginina, ornitina)… De allí que se considere al ajo y la cebolla como útiles para combatir contaminación de plomo, mercurio y cadmio, o a las algas marinas como eficientes depuradores orgánicos. También tienen destacados efectos descontaminantes, alimentos como perejil, cilantro, alcaucil, limón, todas las hojas verdes (por efecto de la clorofila), las crucíferas en general (brócoli, repollo, coliflor), germinados de semillas y fermentados.

¿Qué es la zeolita?

Se trata de un mineral (clinoptilolita) de origen volcánico, formado naturalmente a partir de cenizas y agua de mar, que también se halla presente en los plegamientos andinos. Antiguamente era muy utilizado en Asia (China, Rusia, India) como suplemento natural para promover la salud y el bienestar orgánico. Actualmente también es muy usado a nivel industrial, para purificación de agua y aire, como depurador en la industria alimentaria, para fertilización agrícola y como suplemento mineral en nutrición animal.

 

En modo inocuo, la zeolita en solución acuosa, permite liberar al organismo de metales pesados, toxinas y contaminantes de distintos orígenes. La zeolita equilibra el pH orgánico, al evitar la dispersión de iones ácidos y tiene un demostrado efecto antioxidante e inmunoestimulante. Se trata por tanto de un suplemento totalmente natural y no tóxico, ideal para uso seguro a largo plazo.

La particularidad de la zeolita es su carga eléctrica negativa, con lo cual atrae metales pesados (mercurio, plomo, cadmio, arsénico, etc) y toxinas, que habitualmente poseen carga positiva. La carga negativa también ayuda a la distribución de minerales útiles (calcio, sodio, magnesio, fósforo) y del ácido generado por los iones de hidrógeno (de allí que se lo considere un buffer del pH o un tampón alcalino).

El poder quelante de la zeolita está basado en su capacidad de discriminar entre moléculas útiles y tóxicas; se une fácilmente con los metales pesados y tóxicos (generalmente pequeños y eléctricamente muy cargados) y tiene escasa o nula afinidad con las estructuras útiles (más grandes, livianas y con carga débil). Esto explica que la zeolita pueda quelar moléculas tóxicas como el arsénico (diámetro 1,8 Ä) y en cambio no actúe sobre moléculas de minerales útiles como el potasio (diámetro 2,8 Ä). Una vez cumplido su objetivo (captar elementos nocivos), la zeolita cargada de sustancias tóxicas abandona rápidamente el organismo, sin dejar señas. La zeolita es un compuesto altamente estable, no siendo afectado por el calor o el frío.

¿Cómo se utliza la zeolita?

Proceso depurativo enérgico: 10 gotas (hasta 15 en casos de intoxicación severa), 3 veces al día, durante 4 a 6 semanas.

Mantenimiento depurativo: 3 a 5 gotas (en niños basta un par de gotas), 3 veces al día.

Recomendaciones: Disolver las gotas en líquidos o jugos. Es compatible con los alimentos, no siendo necesario alejar su ingesta de las comidas. No dejar pasar más de 6/7 horas entre cada toma.

Previo al consumo, agitar enérgicamente la solución, pues tiende a sedimentar con facilidad.

Mientras se consume zeolita, mantener una buena hidratación, consumiendo adecuada cantidad de frutas y hortalizas, bebiendo bastante líquido.

Contraindicaciones: No utilizar cuando se consumen fármacos que contienen metales como litio o platino, ya que serán quelados por la zeolita. Esta capacidad quelante (arrastre de material tóxico) hace que la zeolita pueda interferir con la quimioterapia convencional.

Efectos secundarios: Puede generar deshidratación leve, a raíz de la mayor demanda de agua en el proceso químico de limpieza, lo cual se neutraliza con adecuada hidratación. Algunas personas, con alta carga tóxica en el organismo, pueden experimentar ligeras nauseas, que remiten rápidamente.

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