El kéfir, originario del Cáucaso, tiene textura de yohur y es un fermento de nódulos, compuesto por diferentes levaduras y bacilos. Como es un producto fermentado tiene una digestabilidad muy alta, favorece la flora intestinal y su regeneración y se aconseja altamente después de gastroenteritis, diarres o ingestas de antibióticos fuertes.

Beneficios para la salud
El kéfir aumenta la secreción del jugo digestivo, favorece la digestión, estimula el peristaltismo, elimina los gases intestinales y es indicado para las úlceras de estómago, el estreñimiento e intolerancias gástricas.
Se aconseja en herpes, anemias, problemas hepáticos, ayuda a la producción de las vitaminas del grupo B y a neutralizar el colesterol, etc. En uso externo va bien en casos de psoriasis.

Preparar el kéfir en casa 
Se ponen los nódulos en frasco, se añade la leche (si es fresca mejor) a temperatura ambiente, no fría, y sin llenar el recipiente del todo se tapa y se deja en un lugar oscuro a temperatura ambiente.
Al cabo de 48 horas, se cuela; el líquido resultante (más o menos espeso) se toma. Los nódulos se vuelven a poner con leche y otra vez se sigue el mismo circuito.
Si no se toma enseguida, el kéfir resultante hay que guardarlo en la nevera cuatro días como máximo. Mientras tanto el nódulo va creciendo; cuando se tienen demasiados nódulos los podemos compartir con otras personas.

Propiedades antiviriásicas y antibióticas 
Su eficacia a nivel preventivo es indudable, según lo evidencia la longevidad que alcanzan los habitantes de Armenia y Georgia.
En aplicación externa es antialérgico y antiséptico, intravaginal es antiherpético y combate las infecciones que pueda presentar este órgano.
Flora normal del intestino
Al nacer, el intestino es estéril, pero pronto son introducidos microorganismos con el alimento. En niños amamantados, el intestino contiene gran número de estreptococos lácticos y lactobacilos. Estos bacilos inmóviles, gram-positivos, aerobios y anaerobios, producen ácido de los carbohifratos y toleran un PH de 5, inadecuado para la proliferación de gérmenes de la putrefacción. En los niños alimentados con biberón existe una flora más mixta; los lactobacilos son menos prominentes.

Cuando se desarrollan los hábitos alimenticios tendiendo hacia el patrón adulto, la flora intestinal cambia. La dieta tiene un ainfluencia marcada sobre la composición relativa dela flora intestinal, y fecal.
Una alimentación inadecuada, rica en carnes, produce putrefacciones inestinales; se altera la fora bacteriana normal, apareciendo una cantidad excesiva de gérmenes de la putrefacción. En el intestino superior del adulto predominan los lactobacilos, pero en el ilion inferior y el ciego la flora es fecal.
Las bacterias intestinales son importantes en las síntesis de vitamina K, en la conversión de pigmentos y ácidos biliares, en la absorción de nutrientes y otros productos, lo mismo que por su antagonismo respecto a los microorganismos patógenos.

Ventajas sobre la leche sin fermentar 
La leche es necesaria al niño que lacta; terminado este período deja de ser un alimento indispensable, aunque sí útil por su riqueza en ácidos grasos esenciales, albúmina, vitaminas, calcio y fermentos.
El adulto no puede digerir bien la leche, todo lo contrario de los bebés, que la digieren perfectamente al no secretarse en su estómago renina. Esta enzima que deja de producirse a los 8-10 años, hace posible la digestión de la leche al cuajarla, proceso previo para la degradación de la caseína. El adulto apenas puede cuajar la leche, por eso le resulta indigesta. Este problema se soluciona kefirando la leche, pues se coagula en proteolisis y se liberan las peptonas de la cadena  alfa caseína. Este paso no se verifica en el estómago de los adultos por la citada falta de renina digestiva. Cortar la leche supone una auténtica predigestión de ésta, que pasa a ser de esta forma digerible para el adulto.

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